Friday, December 29, 2006

Frankfurt, el "Mainhattan" de Alemania

Frankfurt, el "Mainhattan" de Alemania

Esta ciudad, reconocida como gran centro financiero, es la metrópoli alemana que mejor se deja conocer a pieFrankfurt es la ciudad de los superlativos. La primera atracción es el Aeropuerto Internacional Rhein-Main, una ciudadela gigante desde donde diariamente despegan 460 mil aviones que transportan a 50 millones de pasajeros a 350 ciudades del mundo.
FfRANKURT, ALEMANIA.- La estación central de trenes no se queda atrás. Desde sus 25 paradas (Gleis, en alemán) se conectan con Europa diariamente mil 100 trenes ocupados por un promedio de 350 mil pasajeros.
Cariñosamente, los alemanes la llaman 'Mainhattan' (un juego de palabras que hace referencia a la región del río Main donde está la ciudad y al centro financiero de Nueva York) pues es la sede de 305 bancos, entre ellos el poderoso Banco Central Europeo.
Estas sedes han convertido a Frankfurt en la capital alemana de los rascacielos. Uno de ellos, el más alto de Europa (259 metros), es la torre del Kommerzbank.
Otro nombre para Frankfurt es 'Aldea Global', porque un cuarto de sus 643 mil habitantes son extranjeros procedentes, según cifras oficiales, de 180 países.
Sin embargo, los superlativos no deben asustar. Frankfurt es la ciudad alemana que mejor se deja conocer a pie. Una zona peatonal que parte desde la Ópera Antigua (Alten Oper) hasta la Alcaldía permite un paseo de 10 horas por los mejores lugares de la ciudad, como la Catedral y la Iglesia de San Pablo o el complejo de 10 museos (de comunicación, de cine y del automóvil, entre los más atractivos).
Para el Mundial la zona obligatoria es el río Meno, que parte en dos la ciudad. En la mitad, en el sector comprendido entre los puentes Ignatz-Bubis y Puente Antiguo, se llevará a cabo la Fiesta de los hinchas de la Fifa, donde se proyectarán los partidos del torneo. La capacidad de esta tribuna de entrada gratuita es de 15 mil espectadores.
En Frankfurt, como en toda Alemania, la cerveza es la reina. Pero si quiere algo propio de esta ciudad pida en cualquier local un 'Bembel', es decir, una jarra de vino de manzana. Solo lo puede saborear en Frankfurt y cuesta tres euros en los locales callejeros(Agencias)

Resistencia en nombre de dios, por Juan Miguel Muñoz

Hamás cuenta con gran apoyo popular gracias a su red de servicios sociales


RAMALA.- "El beduino se venga después de 40 años", dice un proverbio árabe. Pero sólo dos décadas ha necesitado el Movimiento de Resistencia Islámica Hamás para hacerse con el poder, despreciando siempre las tácticas políticas a corto plazo, volcándose en un intenso trabajo social que ha sustituido a la inoperante -y a menudo corrupta- Autoridad Nacional Palestina (ANP), sin ceder en sus posiciones sobre una negociación con Israel que no rinde frutos y lanzando, hasta hace un año, a sus militantes suicidas a despiadados atentados contra civiles israelíes. Ningún palestino olvidará el 25 de enero de 2006, día en el que Al Fatah, el partido fundado por Yasir Arafat y que encabezó las aspiraciones palestinas durante medio siglo, sufrió una derrota humillante.
El 9 de diciembre de 1987 estalló con virulencia la primera Intifada y sólo cinco días después nació Hamás con el sello de los Hermanos Musulmanes de Egipto, país que hasta 1967 dominaba la franja de Gaza. El jeque tetrapléjico Ahmed Yasin y Abdelaziz al Rantisi, poseedor de una voz atronadora que hacía vibrar a sus fieles, figuraron entre sus fundadores. Arrancó de inmediato su campaña contra la secular Al Fatah, la promoción de su ideario -Estado teocrático en el que la Sharia (ley islámica) cumpla el papel de la Constitución- y el impulso a las organizaciones sociales que tanto apoyo le han granjeado ahora.
Contó Hamás para su promoción con el soporte financiero de Arabia Saudí y las donaciones de infinidad de musulmanes de los países árabes. También aportaron fondos a su red de asociaciones caritativas, y siguen aportando, diversas organizaciones no gubernamentales y organismos oficiales de la UE y Estados Unidos (USAID). Los dirigentes de Hamás moderan hoy el lenguaje respecto de su proyecto político-religioso e insisten en que no impondrán nada que no deseen los ciudadanos y que no se tomarán la revancha. Como muestran comedimiento en sus proclamas de que no habrá revanchas contra los cargos medios de Al Fatah. Se aprecia, no obstante, cierta incertidumbre entre ellos y en el deseo generalizado. Aunque ampliamente superada por los deseos de ver jubilados a los prebostes más odiados de la ANP.
A mediados de la década pasada, los militantes de Hamás sufrieron un acoso incesante. En 1996 una oleada de detenciones a manos de las fuerzas de seguridad palestinas concluyó con un millar de sus dirigentes entre rejas. Los leales a Hamás no han olvidado esa persecución. "Nos torturaban más cruelmente que los israelíes", afirma un hombre que purgó penas en prisiones palestinas e israelíes.
Abundan quienes aseguran que la segunda Intifada (2000-2005) fue también la respuesta de los fundamentalistas a esas redadas. Al igual que la OLP de sus primeros años, la carta fundacional de Hamás aboga por la destrucción del Estado judío. Y como le sucediera a Arafat, y sus partidarios, ya se aprecian en el movimiento islamista síntomas evidentes de mesura. Su arrolladora irrupción en el Parlamento y en el futuro Gobierno auguran una pérdida de peso de los extremistas. Algunos de sus dirigentes hablan de que el retorno a las fronteras previas a la guerra de los Seis Días, en junio de 1967, bastaría para declarar una tregua de larga duración. "Pero no para siempre", afirmó ayer Baha Yusef, portavoz de un candidato triunfador en Ramala. "No quiero destruir Israel, pero deseo volver a mi pueblo. ¿Por qué el mundo se preocupa tanto de la destrucción de Israel y guarda silencio cuando nos destrozan a diario?", se preguntaba hace días Jalil Nofal, miembro de la cúpula islamista.
Los carismáticos Yasin y Al Rantisi perecieron asesinados por los misiles de la aviación israelí en la primavera de 2004. Pero ya entonces Hamás gozaba de gran poderío. El relevo estaba garantizado en un movimiento que no ensalza a ninguno de sus jefes y que enfatiza su carácter de grupo que toma decisiones colegiadas. "Nuestro programa es claro. Llegamos al Parlamento para proteger la resistencia. La gente que nos vota lo sabe. Ningún líder de Hamás está de acuerdo en entregar las armas. No podemos fallar a quien nos apoya", decía Nofal.
Nunca han defraudado, por el momento, a sus disciplinados seguidores. La red asistencial montada por Hamás ha levantado durante años escuelas, clínicas, orfanatos, reparte libros de texto a los pobres entre los pobres... Y, tras los asesinatos de los supuestos colaboracionistas con Israel, los empleados de las asociaciones caritativas no dudan en acudir a casa de la viuda o de los huérfanos para prestar ayuda económica. Son una de sus prioridades. De la unidad del pueblo palestino y de no hacer distinciones partidistas, ha hecho Hamás su bandera. Y también del cumplimiento de su palabra.
En febrero de 2005, con la mirada puesta en las urnas y en la evacuación de la franja de Gaza, se comprometieron a un alto el fuego que caducó a finales de 2005. No han reanudado sus ataques terroristas en suelo del Estado judío ni lanzado cohetes Kassam, a pesar de que el Ejército israelí prosigue sus operaciones militares en territorio ocupado y ha capturado a 800 activistas de Hamás en los meses previos a las elecciones. Pero sí fueron sangrientos los ataques suicidas perpetrados por las Brigadas Ezedín al Kassam, el brazo armado que se embarcó en una oleada de atentados suicidas después de que el colono Baruch Goldstein perpetrara una matanza de musulmanes en Hebrón, en 1994.
Nada hacía pensar hace una década que los islamistas se decantarían por participar en la vida parlamentaria. Las legislativas de 1996 y las presidenciales de 2005 fueron, a su juicio, producto de los Acuerdos de Oslo de 1993, de los que abominan. Y aunque opinan que fue una rendición, el pragmatismo se impone. Hace una semana, en la ciudad de Gaza, los dirigentes de Hamás apenas contenían su satisfacción. "No te dicen lo que piensan de verdad sobre las elecciones", decía un simpatizante buen conocedor de sus líderes. Estaban convencidos del éxito. Hoy se conoce la verdadera fuerza del grupo fundamentalista, marcado en Occidente por los atentados suicidas, pero que en las calles palestinas suscita admiración. "Ahora aguantamos los ataques de Israel. Pero en el futuro, veremos quién puede aguantar más", dice Mohamed Shihab, elegido diputado en Gaza. Creen ciegamente que la paciencia juega a su favor.